El Señor es la resurrección y la vida, pues quien creé en él aunque muera, vivirá para siempre, ya que no es Dios de muertos, sino de vivos. Y es así, como al morir, iremos al juicio ante Dios, ya sea para recibir la vida eterna o para sufrir las penas del infierno si es que no hubo conversión. Recuerden bien esto: “y está sentado a la derecha de Dios Padre, desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”